Cosas que jamás debes publicar en redes sociales

Compartir tu vida en redes se siente normal hasta que un dato inocente termina en manos equivocadas.

Hoy mucha gente sube todo sin pensarlo y luego se pregunta por qué le clonaron la tarjeta, la rastrean o incluso la chantajean.

Lo que publicas deja una huella digital que puede usarse en tu contra años después, aunque borres el post.

Por eso, más que asustarte, vamos a aterrizar qué cosas jamás deberías subir si quieres cuidar tu seguridad, tu dinero y la tranquilidad de tu familia.

Índice

¿Por qué es tan peligroso compartir de más en redes?

Internet no olvida, y las redes sociales son el lugar perfecto para que desconocidos sepan más de ti que muchos conocidos.

Cada foto, comentario, like o historia suma piezas de un rompecabezas que revela quién eres, dónde vives, qué haces y con quién te relacionas.

Un ciberdelincuente no necesita magia, solo paciencia para juntar tus datos y usarlos para su beneficio.

Con tu nombre, fecha de nacimiento y algunos datos extra puede intentar entrar a tus cuentas, llamar a tu banco haciéndose pasar por ti o diseñar un fraude hecho a tu medida.

Los delincuentes hoy roban más identidades que carteras, porque la mayoría del valor está en el mundo digital: bancos, plataformas, suscripciones, correos.

Además, tus publicaciones no solo te exponen a ti, también a tus hijos, pareja, amigos o compañeros de trabajo.

Ellos no decidieron lo que tú subes, pero igual quedan visibles y vulnerables ante cualquier curioso.

Por eso, entender qué cosas jamás deberían aparecer en tus redes es casi tan importante como poner un candado en la puerta de tu casa.

Datos personales que nunca deberías publicar

Los datos personales son el oro de internet, porque permiten que cualquiera te identifique y arme un perfil muy preciso de tu vida.

Lo grave es que muchas veces los regalamos sin darnos cuenta, disfrazados de felicitaciones, recuerdos o publicaciones aparentemente inocentes.

Nombre completo, documentos e información que te identifica

Puede parecer obvio, pero todavía hay quien sube fotos de su INE, pasaporte, licencia o acta de nacimiento “para celebrar un trámite logrado”.

Nunca publiques documentos oficiales, aunque tapes “un cachito”, porque existen programas que mejoran la imagen y permiten leer datos borrosos.

También es peligroso publicar capturas donde se ve tu CURP, RFC, número de seguro social o cualquier dato que usas para trámites.

Con esos datos alguien podría suplantar tu identidad, pedir créditos, abrir cuentas o meterte en problemas legales sin que te enteres hasta que sea demasiado tarde.

Fecha de nacimiento, dirección y datos de contacto

Muchos delincuentes no necesitan ver tu INE; les basta con que tú mismo reveles tus datos clave.

Publicar “Hoy cumplo 35” cuando todos ven tu fecha exacta de cumpleaños es más información de la que imaginas.

Sumada a tu nombre y tus fotos, facilita responder preguntas de seguridad típicas de bancos y servicios.

También es un error publicar tu dirección completa, el nombre de tu fraccionamiento, la fachada de tu casa o fotos donde se ve el número exterior y la calle.

Lo mismo con tu correo principal o tu número de teléfono en publicaciones abiertas o grupos públicos.

Esos datos convierten tu perfil en un menú listo para estafadores, acosadores o vendedores agresivos que ya saben cómo contactarte.

Datos de identidad de tus hijos o familiares

No basta con cuidar tus datos; también debes proteger los de quienes dependen de ti.

Evita publicar el nombre completo de tus hijos junto con el nombre de su escuela, uniforme visible, horarios o recorridos diarios.

Quien quiera acercarse a ellos no debería tener tanta información gratis.

Lo mismo aplica para tus padres, pareja o cualquier persona vulnerable de tu entorno.

Es mejor que los detalles de su vida no queden expuestos solo porque tú tienes muchas ganas de compartir.

Información financiera y objetos de valor que te ponen en la mira

Presumir logros materiales es tentador, pero también es la forma más rápida de convertirte en objetivo.

En redes hay mucha gente mirando en silencio, tomando nota de quién parece tener dinero y poca protección.

Tarjetas, cuentas y documentos de dinero

Nunca publiques fotos de tus tarjetas bancarias, aunque tapes algunos números.

El número de tarjeta, la fecha de vencimiento y tu nombre ya son un combo muy peligroso si alguien logra completar los datos faltantes.

Tampoco es buena idea mostrar estados de cuenta, comprobantes de transferencias, contratos de créditos o capturas de pantalla con números de cuenta legibles.

Incluso fotografías de facturas, boletos electrónicos, códigos QR o códigos de barras pueden duplicarse y usarse para fraudes.

Lo que para ti es “logro financiero”, para un ciberdelincuente es instructivo paso a paso para vaciarte.

Compras caras, boletos y bienes de alto valor

Subir la foto de tu coche nuevo, tu casa recién comprada o un reloj carísimo manda un mensaje muy claro: “Aquí hay dinero”.

Si además se ve la calle, el edificio o la cochera, estás regalando información sobre dónde encontrar ese objeto.

También es un riesgo mostrar boletos de conciertos, vuelos o eventos con el código visible.

Muchas personas han perdido miles de pesos porque alguien escaneó el código de sus boletos publicados “por emoción”.

⚠️ Cosas de dinero que nunca subas

  • Tarjetas: ni frente ni reverso, ni aunque tapes “un poquito”.
  • Boletos con código: conciertos, vuelos, partidos, todo puede clonarse.
  • Contratos y estados de cuenta: revelan más de lo que imaginas.
  • Fotos de cajas fuertes o fajos de billetes: es como dejar la puerta abierta y gritar tu dirección.

Tu ubicación, viajes y rutinas: el mapa perfecto para un delincuente

La mayoría de robos a casas no son casualidad, se planean con información pública.

Cuando publicas dónde estás y por cuánto tiempo, ayudas a cualquiera a saber cuándo tu casa está vacía.

Ubicación en tiempo real y geolocalización

Subir historias con la etiqueta del restaurante donde estás en ese mismo momento parece inofensivo.

El problema es que muchas personas lo hacen diario, en los mismos lugares, a las mismas horas.

Así revelan rutinas completas: a qué hora sales de casa, dónde trabajas, qué camino usas, en qué gimnasio entrenas.

Y si tus redes son públicas, no solo tus amigos ven eso, también desconocidos con malas intenciones.

Es más seguro publicar después de haberte ido del lugar, sin activar la ubicación en tiempo real.

Planes de viaje y vacaciones anunciadas

Un error típico es anunciar con semanas de anticipación: “En tal fecha nos vamos a la playa diez días”.

Eso equivale a decirle a todos que tu casa estará sola durante ese tiempo, con calma para que alguien entre sin prisa.

Las fotos del aeropuerto, las maletas, el boleto y la frase “por fin de vacaciones” también son pistas muy claras.

Lo más inteligente es compartir las fotos del viaje cuando ya regresaste, sin detallar fechas ni dejar claro cuánto tiempo estuviste fuera.

Regla:

Primero cuida tu seguridad, luego comparte recuerdos. No al revés.

Fotos y datos de tus hijos, familiares y amigos

Uno de los errores más normalizados es usar la vida de otros como contenido sin medir el riesgo.

Las fotos de menores son especialmente delicadas, porque ellos no pueden decidir si quieren o no aparecer.

Fotografías de menores de edad en situaciones vulnerables

Imágenes de bebés desnudos, niños en bañador, fotos de “pompitas” o momentos embarazosos pueden parecer tiernos para la familia.

Pero en internet hay gente que no los ve con ternura, sino con intenciones enfermizas o maliciosas.

Además, esas fotos quedan guardadas en servidores durante años, incluso si las borras de tu cuenta.

Lo más sano es no subir nunca imágenes donde se vea el cuerpo de un menor de forma íntima o vulnerable.

Si decides mostrar algo, procura que no se vea su rostro, que no se identifique la escuela, uniforme o dirección.

Fotos de otras personas sin su consentimiento

No todo el mundo quiere que su imagen circule en redes, aunque tú los estimes mucho.

Antes de subir fotos de amigos, compañeros de trabajo o familiares, pregúntales si se sienten cómodos.

Publicar a alguien sin permiso puede meterte en problemas personales e incluso legales, según el contexto.

Aún peor si los etiquetas, revelas su nombre completo o das datos de dónde estudian o trabajan.

La regla simple es: si tú no subirías esa foto de ti mismo, no la subas de otra persona.

Conflictos personales, laborales y temas íntimos

Usar las redes como diario emocional parece catártico, pero deja pruebas permanentes de tus momentos más vulnerables.

Una discusión de pareja hoy puede convertirse en un arma mañana, cuando alguien rescate esas capturas de pantalla.

Lo que pasa en privado, se queda en privado

Publicar chats de WhatsApp, correos o mensajes directos “para exhibir” a alguien jamás es buena idea.

Aunque borres el post después, alguien pudo tomar captura y guardarla.

Detalles de salud, peleas familiares, quejas de tu trabajo o chismes internos pueden rebotarte en la cara en entrevistas laborales, juicios o conflictos legales.

Recuerda que muchas empresas revisan tus redes antes de contratarte y se quedarán con la impresión que dejas ahí.

Si necesitas desahogarte, es mejor hacerlo con una persona de confianza o un profesional, no con todo internet mirando.

💎 Consejo experto: antes de publicar algo emocional pregúntate: “¿Me gustaría que esto lo leyera un jefe futuro, mi hijo en 10 años o un juez?”. Si la respuesta es no, no lo subas.

Otras prácticas digitales que exponen tu privacidad sin que te des cuenta

No solo lo que publicas directamente te expone, también la forma en que usas herramientas digitales.

La huella digital se construye con miles de pequeñas acciones que solas parecen inofensivas pero juntas cuentan tu historia completa.

Usar un solo correo con tu nombre y apellidos para todo, desde redes sociales hasta foros extraños, te vuelve muy fácil de rastrear.

Si ese correo aparece en una filtración de datos, cualquiera puede conectar todas tus cuentas y rastrear tu actividad.

Lo mismo pasa cuando usas el mismo número de teléfono en todos los servicios y formularios que te lo piden.

Ese número termina en bases de datos que luego se venden, y empiezan las llamadas sospechosas y los SMS de “tienes un paquete detenido en aduanas”.

También dejas rastro con cada comentario público que haces, cada grupo raro al que te unes, cada like en temas sensibles.

Ese historial permite perfilar tus ideas políticas, creencias, miedos o preferencias, información valiosa para campañas de manipulación o estafas personalizadas.

Una forma inteligente de cuidar tu privacidad es separar tu vida digital en compartimentos: un correo para cosas importantes, otro para registros basura, alias en lugar de tu nombre real y menos exposición pública.

🔑 Regla práctica de privacidad

Si un dato puede usarse para localizarte, suplantarte o presionarte, no debería estar en un perfil público.

Al final, la idea no es vivir paranoico ni dejar de usar redes, sino recuperar el control.

La privacidad no es ocultarte del mundo, es elegir qué compartes, con quién y por cuánto tiempo.

Si empiezas por dejar de publicar estas cosas peligrosas, ya estarás varios pasos adelante de la mayoría.

Y, sobre todo, estarás cuidando algo que no tiene precio: la seguridad y tranquilidad de las personas que más quieres.

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Fabiola Valdez

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