Fertilizantes organicos hechos en casa
Si te gusta cuidar tus plantas, seguramente ya notaste que los fertilizantes químicos ayudan, pero a veces dejan la tierra cansada.
La buena noticia es que con los desechos orgánicos de tu casa puedes crear abonos potentes, baratos y mucho más respetuosos con el ambiente.
Desde cáscaras de plátano hasta césped recién cortado, café, cenizas o compost completo, todo puede convertirse en alimento para tus macetas, jardín o huerto.
Vamos a ver qué materiales usar, cómo preparar distintos fertilizantes y cómo aplicarlos sin dañar tus plantas, paso a paso y con ejemplos claros.
- ¿Qué es un fertilizante orgánico casero y por qué usarlo?
- Mejores fertilizantes y abonos orgánicos que puedes hacer en casa
- Cómo hacer compost orgánico paso a paso en casa
- Fertilizantes líquidos caseros para floración y crecimiento
- Cómo y cuándo aplicar los abonos orgánicos en tus plantas
- Problemas frecuentes con los fertilizantes orgánicos caseros
¿Qué es un fertilizante orgánico casero y por qué usarlo?
Un fertilizante orgánico casero es todo abono preparado con materia orgánica que tú mismo transformas o aplicas para mejorar la tierra.
Pueden ser restos de cocina, pasto, estiércol, humus o líquidos fermentados que aportan nitrógeno, fósforo, potasio y otros minerales.
La gran ventaja es que no solo alimentan a la planta, también mejoran la estructura del suelo, haciéndolo más esponjoso y vivo.
Un suelo con materia orgánica retiene mejor el agua, filtra toxinas y da lugar a raíces más sanas que soportan calor, plagas y podas.
Otra razón importante es el ahorro: en lugar de tirar basura orgánica, la conviertes en abono y reduces la compra de fertilizantes sintéticos.
Además, evitas sobrecargar el medio ambiente con químicos y aprovechas un ciclo natural de descomposición que las plantas agradecen mucho.
Mejores fertilizantes y abonos orgánicos que puedes hacer en casa
En casa tienes más abono del que imaginas, solo necesitas saber qué restos sirven, cómo prepararlos y cuándo conviene aplicarlos.
Algunos se usan casi directos en la tierra y otros requieren un pequeño proceso de compostaje o fermentación para ser seguros.
Abonos sólidos fáciles de conseguir
El primero es el estiércol, especialmente el de conejo, gallina, cabra o vaca, rico en nitrógeno y minerales.
El de conejo se puede aplicar casi directo en pequeñas cantidades, pero los demás deben compostarse para evitar quemaduras y malos olores.
También puedes aprovechar el césped recién cortado y las malas hierbas retiradas del jardín, ya que conservan nitrógeno y otros nutrientes.
Lo ideal es mezclarlos con tierra o restos secos y dejar que se descompongan dentro del compost, en lugar de tirarlos a la basura.
Otro clásico es el humus de lombriz, que no solo fertiliza, también activa la vida microbiana del suelo y mejora la retención de humedad.
Basta con mezclar una capa delgada de humus sobre la superficie de la maceta o incorporarlo al trasplantar tus plantas.
Residuos de cocina que alimentan tus plantas
Las pieles de plátano tienen alto contenido en potasio, mineral clave para floración, frutos y resistencia general.
Puedes picarlas en trozos pequeños y enterrarlas a poca profundidad, o hervirlas en agua y usar esa “infusión” diluida como riego.
Los posos de café aportan nitrógeno y algo de materia orgánica fina, ideales para mezclar con la tierra o espolvorear ligeramente sobre la superficie.
Funcionan muy bien en dosis pequeñas, para no compactar el sustrato ni volverlo demasiado ácido en poco tiempo.
Las cáscaras de huevo trituradas son una fuente de carbonato cálcico, es decir calcio, útil en suelos ácidos o pobres en este mineral.
Al triturarlas en pedacitos finos ayudan a nutrir y de paso sirven como pequeño repelente físico contra babosas y caracoles.
Si tienes chimenea o estufa de leña, la ceniza limpia también aporta potasio y carbonatos, muy útil en pequeñas cantidades.
Lo mejor es mezclar la ceniza con agua de riego o con el compost, evitando amontonar demasiado alrededor de una sola planta.
Materiales que conviene usar con cuidado
La ceniza de madera no se recomienda en suelos alcalinos ni cerca de plantas acidófilas como azaleas o hortensias.
En esos casos puede subir demasiado el pH y bloquear nutrientes, así que es mejor reservarla para otros rincones del jardín.
El vinagre, gracias a su ácido acético, puede ayudar a acidificar ligeramente el riego en plantas que lo necesitan.
Siempre debe ir muy diluido en agua y aplicado solo a especies que prefieran suelos ácidos, nunca de forma constante.
La orina humana es rica en urea, nitrógeno, fósforo y potasio, pero debe diluirse muy bien antes de añadirla al compost.
Lo ideal es usarla mezclada con agua o dentro del montón de abono, de forma puntual, para no sobrecargar la tierra de sales ni producir olores fuertes.
Cómo hacer compost orgánico paso a paso en casa
El compost es la forma más completa de abono casero, porque integra casi todos tus desechos orgánicos en un solo producto estable.
Solo necesitas un contenedor, restos de cocina, algo de paciencia y respetar algunos pasos básicos de aireación y humedad.
Preparar el recipiente y las capas
Primero elige un recipiente con capacidad adecuada, al menos unos 20 litros de volumen si tienes pocas plantas.
En la base haz varios agujeros para que salga el exceso de líquido y entre un poco de aire desde abajo.
Coloca una capa de unos cuatro o cinco dedos de tierra o material seco como hojas, cartón limpio o paja.
Encima añade tus restos orgánicos: cáscaras de frutas, verduras, posos de café, césped, flores secas y similares.
Evita productos de origen animal como carne, huesos o lácteos, porque atraen plagas y generan malos olores.
Cubre siempre cada capa de restos frescos con una fina capa de tierra o material seco para controlar humedad y olor.
Aireación, humedad y tiempo de descomposición
Cada dos semanas remueve el contenido con una pala, llevando lo de abajo hacia arriba y lo de arriba hacia el fondo.
Este movimiento mete oxígeno y ayuda a que las bacterias trabajen bien, evitando fermentaciones anaerobias que huelen mal.
La humedad ideal es como una esponja escurrida: si está muy seco, puedes añadir un poco de agua o restos más jugosos.
Si está demasiado mojado, mezcla más hojas secas, cartón troceado o tierra para absorber el exceso y aflojar la mezcla.
En verano el proceso puede tardar unos dos meses, mientras que en invierno puede extenderse hasta cinco meses.
Colocar el compostador en un lugar templado, protegido de lluvias fuertes, acelera la descomposición sin encharcar la mezcla.
🌱 Trucos prácticos para un buen compost
- Alterna siempre capas húmedas (restos frescos) con capas secas para evitar compactaciones y malos olores.
- Pica los restos en trozos pequeños para que se descompongan más rápido y de forma uniforme.
- Si aparecen mosquitas de la fruta, añade una capa extra de tierra y cierra bien el contenedor.
- No llenes hasta el borde, deja espacio para remover, así el aire circula mejor dentro del compost.
Señales de que el compost está listo y cómo almacenarlo
Sabrás que tu compost está listo cuando todo tenga color marrón oscuro casi negro y una textura grumosa.
Los restos originales casi no se distinguen y el olor cambia: ahora huele a tierra húmeda de bosque, no a basura.
Puedes tamizarlo si quieres una textura más fina para semilleros, o usarlo tal cual en el jardín y macetas grandes.
Si no piensas usarlo de inmediato, guárdalo en sacos resistentes, mejor tipo big bag o bolsas impermeables abiertas.
Colócalas en la sombra, protegidas de la lluvia directa, para que no se empapen ni se resequen demasiado.
En estas condiciones el compost se mantiene estable por meses y siempre estará listo para reforzar tus plantas.
Fertilizantes líquidos caseros para floración y crecimiento
Además del compost, puedes preparar fertilizantes líquidos muy concentrados que se absorben rápido por las raíces.
Son ideales cuando una planta está amarilla, no crece o cuando quieres estimular la floración y el cuajado de frutos.
Mezcla de café, canela y lixiviado de lombriz
Un fertilizante muy completo se prepara mezclando café molido, canela en polvo y lixiviado de lombriz.
La canela aporta fósforo, calcio, hierro, zinc, potasio y pequeñas vitaminas que favorecen la floración y fortalecen la planta.
El café es riquísimo en nitrógeno y también contiene magnesio, potasio y vitaminas del grupo B que animan el crecimiento.
El lixiviado de lombriz aporta nitrógeno, fósforo, potasio y micronutrientes como boro, manganeso, cobre y azufre.
Para prepararlo, mezcla dos litros de agua con media taza de lixiviado, dos cucharadas de café y dos de canela en polvo.
Agita bien para que se integren los ingredientes y usa esta mezcla para regar la base de tus plantas una vez a la semana.
En árboles frutales grandes bastará cada quince días, aplicando alrededor de la zona de goteo y no solo al tronco.
Té de plátano, lentejas y otros abonos verdes líquidos
El “té” de cáscara de plátano se hace hirviendo varias cáscaras en agua, dejándolas cocinar unos diez a quince minutos.
Luego se cuela, se deja enfriar y se diluye al 50% con agua limpia, para usarlo cada quince días en plantas en flor.
Otra opción es usar germinados de lentejas, ricos en hormonas naturales de enraizamiento y nutrientes interesantes.
Tritura los germinados en agua, cuela el líquido y mézclalo en proporción de una parte de concentrado por diez partes de agua.
Este “agua de lentejas” ayuda a que los esquejes enraícen mejor y a fortalecer raíces jóvenes en trasplantes delicados.
También puedes fermentar restos de hierbas verdes en agua por una semana, removiendo a diario para crear un abono verde líquido.
Pasado ese tiempo, diluye y riega con moderación, porque es un fertilizante concentrado que no necesita grandes cantidades.
Cómo y cuándo aplicar los abonos orgánicos en tus plantas
La clave de cualquier fertilizante es la dosis y el momento: un buen abono mal aplicado puede traer problemas.
Por eso conviene diferenciar entre compost sólido, estiércol, humus y fertilizantes líquidos concentrados.
Dosis y frecuencia según el tipo de abono
El compost maduro puedes usarlo una o dos veces al año, formando una capa de uno o dos centímetros sobre la tierra.
En macetas pequeñas bastan puñados ligeros, incorporados con cuidado para no dañar las raíces más superficiales.
El humus de lombriz se aplica en capas más delgadas, pero con algo más de frecuencia, por ejemplo cada dos o tres meses.
Los fertilizantes líquidos como café con canela, té de plátano o lentejas deben ir siempre diluidos y espaciados.
Una vez a la semana en plantas jóvenes o debilitadas suele ser suficiente, y cada quince días en árboles o arbustos maduros.
En épocas de reposo, como el invierno en exteriores, reduce las aplicaciones para no forzar brotes fuera de temporada.
❌ Errores de aplicación que debes evitar
❌ Abonar con la tierra seca:</strong riega primero solo con agua y aplica el fertilizante cuando el sustrato esté ligeramente húmedo.
❌ Usar dosis “a ojo”:</strong empieza siempre con cantidades pequeñas y observa la reacción de la planta unos días.
❌ Mezclar muchos abonos a la vez:</strong combina máximo dos fuentes por aplicación para no saturar el suelo.
❌ Abonar plantas enfermas sin revisar plagas:</strong primero controla hongos o insectos, luego refuerza con orgánicos suaves.
Problemas frecuentes con los fertilizantes orgánicos caseros
Aunque son más nobles que los químicos, los abonos caseros también pueden causar malos olores, plagas o exceso de sales.
Detectar a tiempo estos problemas te ayudará a corregirlos rápido y a no perder tus plantas por un descuido.
Malos olores, mosquitas y aparición de plagas
Si tu compost o abono líquido huele demasiado fuerte, probablemente está demasiado húmedo o le falta oxígeno.
En ese caso mezcla más material seco, remueve bien y deja que respire, evitando cerrar el recipiente herméticamente.
Las mosquitas de la fruta suelen aparecer cuando hay restos frescos expuestos, sin capa de tierra que los cubra.
La solución es sencilla: tapa siempre con tierra o hojas secas y reduce la cantidad de restos muy jugosos que añades.
Si ves hormigas, babosas o caracoles cerca, revisa que no haya trozos grandes de comida todavía reconocibles en la superficie.
Mientras más triturado y mezclado esté todo, menos atractivo resulta el abono para plagas oportunistas del jardín.
Exceso de nutrientes y desequilibrios en el suelo
Aplicar demasiada ceniza, orina o fertilizante líquido concentrado puede provocar quemaduras en raíces y hojas amarillas.
Se nota cuando las hojas se ponen secas en las puntas y la planta parece quemada desde adentro sin haber sol directo excesivo.
En esos casos lo mejor es hacer varios riegos abundantes solo con agua, para lavar el exceso de sales del sustrato.
También ayuda dejar descansar la planta algunas semanas sin más abono, usando solo un poco de compost suave en superficie.
Si el suelo se ha vuelto muy alcalino por cenizas repetidas, será necesario reducir o eliminar ese aporte durante una buena temporada.
En macetas graves a veces conviene trasplantar a un sustrato nuevo, mezclando compost maduro bien equilibrado desde el inicio.
Cuando aprendes a transformar tus restos de cocina y jardín en abono, dejas de ver basura y empiezas a ver nutrientes reciclados.
Con estiércol bien compostado, humus de lombriz, cáscaras, café, tés de plátano o mezclas de canela y lixiviado, tus plantas tienen todo para crecer fuertes.
No hace falta ser experto: empieza con pequeñas cantidades, observa cómo responden tus macetas y ajusta poco a poco la frecuencia.
En poco tiempo notarás hojas más verdes, flores más abundantes y una tierra viva que huele a bosque y no a químico, todo hecho por ti en casa.
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